Tito, el saltamontes saltarín
Tito era un saltamontes que siempre andaba jugando con sus mejores amigos, Luli y Romi, una conejita y un búho. Siempre organizaban planes muy chulos y se divertían muchísimo.
- ¿Sabéis una cosa? – le dijo Tito a sus amigos.
- ¡Cuenta!, ¡Cuenta! – le contestaron Luli y Romi.
- ¡En diez días organizan en el río una carrera y el ganador conseguirá unas zapatillas para correr y saltar más alto! – les explicó.
A Tito, que le encantaba saltar y correr de un lado para otro, le hacía mucha ilusión participar y ganar esas zapatillas.
Se entrenó duro y cada día lograba saltaba un poco más y correr a mayor velocidad.
El día de antes de la carrera, Tito estaba muy nervioso. Necesitaba entrenar mucho más para hacerlo todavía mejor.
- Tito, ¡Para un poco! ¡Te vas a cansar mucho y mañana no vas a rendir en la carrera! – le decían sus amigos.
- ¡Anda ya! ¡Me quedan muchas fuerzas aún! ¡Voy a irme por el bosque a seguir saltando!– contestaba el saltamontes.
Pero, sin darse cuenta, tropezó con una piedra y se rompió las dos patitas de atrás.
- ¡Oh! ¡No! ¡me duelen mucho mis patitas! ¡Ayudaaaa! – gritó.
Luli y Romi fueron corriendo y cuando lo vieron se dieron cuenta de que se había hecho mucho daño.
- Tito, ¡tenías que haber parado!, ¡Siempre andas como loco y no nos haces caso a nada! – le regañaron sus amigos.
Tito no podía moverse y estaba muy triste. Quedaba menos de un día para la carrera y era imposible que se recuperarse en tan poco tiempo.
- ¡Vaya! ¡No voy a poder participar! ¡Adiós zapatillas! – se lamentaba Tito.
Luli y Romi, que sabían la ilusión que le hacía a Tito ganar esas zapatillas, pensaron en ayudarlo e idearon un plan.
Los dos se apuntaron a la carrera sin que Tito se enterase y se esforzaron un montón en ganar.
Romi no estaba acostumbrado a correr, además no se le daba muy bien el deporte. Pero Luli, la conejita, estaba muy acostumbrada a saltar y además lo hacía muy bien, así que saltó y corrió con todas su fuerzas y, finalmente, consiguió ganar la carrera y las zapatillas soñadas.
Los dos amigos fueron a darle las zapatillas a Tito, que se llevó una bonita sorpresa.
- ¡Tengo los mejores amigos del mundo! ¡Estoy deseando ponérmelas! ¡Muchas gracias chicos!– les dijo el saltamontes.
Y, en cuanto Tito se recuperó, saltó y saltó hasta el infinito con las zapatillas que le habían regalado sus amigos. Le gustaban tanto, que jamás de los jamases se las quitó.
¿Qué hemos aprendido?
Esforzarse es bueno, pero sobrepasarse puede tener consecuencias, y en ocasiones, no son buenas. Desde luego, quien la sigue, la consigue, pero no a costa de nuestra salud. Así es que, aquellas personas que están contigo, no sólo en las buenas, sino también en las malas, son los verdaderos amigos y amigas (como lo son Luli y Romi para Tito).
Quién sabe, igual de ahí viene el dicho "Quien tiene un amigo, tiene un tesoro".